EL RIESGO POLÍTICO DE NO GESTIONAR EL RIESGO
Después
de los sismos de septiembre de 1985, el presidente de la República tardó 36
horas en salir a dar un mensaje a la nación, con una actitud relajada y que
todo estaba bajo control, lo que respaldaba su gabinete. Sin embargo, como país,
nos enfrentamos a uno de los mayores desastres en la historia de México, en el
cual la sociedad tuvo una muy significativa participación para la recuperación.
Las
consecuencias de no estar preparados, de la sorpresa ante la magnitud de los
sucesos, inclusive de minimizar el desastre fue uno de los graves problemas
para la sucesión presidencial tres años después. Hay quienes opinan que, en ese momento, gran
parte de la ciudadanía perdió la confianza en el gobierno y cobró ese hecho en
las urnas en 1988 (antes de que “se cayera el sistema”).
Otro
ejemplo de no estar preparados (ni gobierno, ni sociedad), es el impacto del
huracán Janet en Chetumal, en septiembre de 1955, y la consecuente etapa de reconstrucción;
si bien, el gobernador era nombrado por el Ejecutivo Federal (pues Quintana Roo
era Territorio Federal en esa época), “la ausencia de medidas
gubernamentales que garantizaran refugio seguro a los sobrevivientes, mientras
se concretaban los planes de construcción de la ciudad hacia el interior del
Territorio, parece haber actuado en contra de la reubicación”.
Fuente: Historia
y Memoria de los huracanes y
otros episodios
hidrometeorológicos extremos en México.
García
Acosta y Padilla Lozoya
2021.
De acuerdo con el Dr. Baró Suárez, uno de los factores
subyacentes constructores de los escenarios de riesgo, es la vulnerabilidad
institucional, misma que no sólo es notoria en dependencias responsables de
Protección Civil, si no en el cumplimiento de los procesos que integran la Gestión
del Riesgo de Desastre. La ausencia de voluntad política, puede ser más
peligrosa que el impacto mismo de un fenómeno perturbador. Esto se ha vivido
en la historia reciente del país de manera recurrente, reincidiendo en no tomar
acciones para prevenir, preparar, mitigar, responder, rehabilitar, reconstruir,
restaurar… Precisamente como pasó en Chetumal después de Janet, que al no
proporcionar refugio seguro post huracán, se comenzó a reconstruir en la misma
zona donde ocurrió el desastre, reconstruyendo el riesgo.
Si bien es cierto que la situación de la seguridad
pública en el país es bastante cuestionable, los tomadores de decisiones
prefieren invertir en equipo y recursos policiales, dejando de lado la
cobertura, ya no sólo de prevención, sino de respuesta ante emergencias o
desastres, luego entonces, no se contempla la transversalidad de la Gestión del Riesgo de Desastre, ni se considera la seguridad integral.
El impacto de un fenómeno perturbador afecta irremediablemente
el desarrollo de la región, o al país, con los daños a la infraestructura pública,
a vías generales de comunicación, sistemas de producción y cadena de
suministros, servicios básicos y vitales, así como a instalaciones
estratégicas. Porque la
reconstrucción (más ahora sin Fonden) tomará recursos presupuestarios
ordinarios que son escasos, dejando de lado el Plan Nacional de Desarrollo. El
no proteger estos rubros, será cuestionado cuando exista un impacto; como
normalmente pasa, y lamentablemente hay muchos ejemplos que pudiéramos citar
como la Guardería ABC, en 2009, las inundaciones de Tabasco en 2019, o la
propia Pandemia de COVID-19.
Según la ley, el responsable de la protección de la
población, no es el titular nacional, estatal o municipal de Protección Civil,
es el Presidente Municipal, el Gobernador o el Presidente de la República.
Cuando sucede un evento, en cualquier parte del país, el argumento
del damnificado siempre empieza con “es que el gobierno…”, y es
precisamente ahí donde el tomador de decisiones debe trabajar, fomentando la
participación ciudadana, así como de los diversos sectores de la sociedad civil
para hacer gobernanza. Con patrullas y sirenas no se va detener un huracán; con
despensas no se va detener la lava en el caso de una erupción; con cantantes o “artistas
internacionales” no se van a evitar accidentes ni se va impedir que suceda un
temblor.
Nunca, jamás en una campaña política he escuchado a un
candidato hablar sobre Gestión del Riesgo de Desastres y Protección Civil, y entiendo
que no precisamente deben saber, pero sí por lo menos saber a qué amenazas se
enfrenta el territorio que quieren gobernar, o el que quieren representar ante
los congresos, en el caso de los legisladores: Por ello insisto en que antes de
tomar posesión de su cargo, lo Presidentes Municipales de los de 2,471
municipios de los 31 estados de la República y los 16 alcaldes, en el caso de
la CDMX, los 31 gobernadores y el Jefe de Gobierno, respectivamente, así como
los legisladores federales y locales, ingresen a un curso de inducción sobre Gestión
del Riesgo de Desastre y del impacto de la protección civil en el país. De esta
manera, sabrían la importancia que reviste la protección de sus gobernados, y
no relegarían tan importante tema; entenderían que las labores y medidas de
prevención deben ser proactivas, no, después de que sucede alguna contingencia.
Siempre saldrá mucho más barato invertir en temas de
Gestión del Riesgo de Desastre como prevención, preparación mitigación,
capacitación, equipos de respuesta y contención, aunque no se vean, que en
temas de reconstrucción, restauración, o apoyos a familias que perdieron seres
queridos. De acuerdo a la UNDRR, por cada dólar invertido en prevención se
puede ahorrar hasta 15 dólares en la recuperación después de un desastre,
dependiendo del tipo de fenómeno que impacte y la vulnerabilidad del
territorio. La foto vadeando una inundación, o visitando víctimas en el
hospital denota falta de previsión de la persona al mando, y el mando es el gobierno…
Como nota al canto, el inicio de la Independencia Nacional se da en una coyuntura en la que el territorio había pasado por una sequía de 7 años, de ahí que de lo primero que atacaran fuera la Alhóndiga de Granaditas, ¡Ahí estaba el grano, el alimento!
Y fuente ovejuna, no cambia.
Dr. César Orlando Flores Sánchez.
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