Es bien
conocido que en la costa de los estados de Jalisco, Colima, Michoacán,
Guerrero, Oaxaca y Chiapas, se concentran los epicentros de la mayor parte de
los terremotos de gran magnitud (8.2, por ejemplo) y otros más que seguramente han ocurrido a lo largo de su historia. Y esto es debido a que la República
Mexicana está integrada a una gran zona generadora de elevada sismicidad,
causados por un proceso de subducción y conocida como la Fosa o Trinchera Mesoamericana (Fig.
1).
Los
investigadores García y Suárez, han compilado descripciones de los más
importantes sismos históricos en México, en donde, un gran número de éstas
relatan los daños en iglesias o construcciones importantes de la época
colonial, considerándose como información que ha sido fundamental para
identificar en qué regiones han ocurrido sismos y en qué casos ha sido posible
estimar un tamaño o magnitud (Secretaría de Cultura, 2018).
En la
figura 1, las líneas rojas indican los límites de las cinco placas tectónicas cuya
interacción afecta a nuestro país. Las flechas rojas indican sus movimientos
relativos. En color amarillo son las áreas de ruptura de los sismos de 1932
(M8.2), 1985 (M8.1) y 1995 (M8.0). Las estrellas amarillas indican los
epicentros de los sismos del 7 de septiembre de 2017 (M8.2) y del 19 de
septiembre de 2017 (M7.1) (V. Kostoglodov y J. Pacheco, 1999, Servicio
Sismológico Nacional, 2018).
Fig. 1 Áreas de ruptura de los sismos de 1932 (M8.2), 1985 (M8.1) y 1995 (M8.0)
(Fuente: Secretaría de Cultura, 2018).
Sin
embargo, hay evidencias sólidas de que en México han ocurrido sismos mucho más
grandes que los que han vivido durante el último siglo.
Antes de que se
tuvieran instrumentos para medir la magnitud de los sismos en este país, se
tiene el registro de un gran terremoto ocurrido en las costas de Oaxaca, el
miércoles 28 de marzo de 1787, a las once de la mañana, llamado de San
Sixto, en recuerdo al santo católico celebrado ese día.
En particular y de acuerdo a las
descripciones de este evento que se presentan en documentos históricos del
siglo XVIII en la Nueva España hoy México, así como de
estudios recientes en paleosismología, han llevado a determinar que se trató de
un sismo, que se ha estimado con una magnitud de hasta de 8.6 y de una intensidad
de IX. (Suárez y Albini,
2009) (Fig. 2).
Fig. 2. Distribución de la intensidad
en la escala de Mercalli para el terremoto del 28 de marzo de 1787. La T indica ubicaciones a lo largo de la zona de subducción
donde se reportó un gran tsunami; son, de oeste a este, la costa de Ometepec,
Pochutla y Tehuantepec. (Tomado de Suárez y Albini, 2009)
Esta
ruptura, provocó un tsunami que alcanzó más de seis kilómetros tierra adentro, que
devastó todo a su paso cerca de Pochutla, hoy Puerto Ángel y se extendió aproximadamente
a lo largo de los 450 km que tiene el litoral de dicho estado, al sur
de la República Mexicana (UNAM, 2019, Atienza,
2015; Sánchez y Farreras, 1993) (Fig. 3)
De acuerdo al Tomo II de la Gazeta de México, el
primer periódico impreso de la Nueva España y
publicado el martes 11 de mayo de 1787 (Figuras 4 y 5), se describe la narración de Don
Francisco Gutiérrez de Terán, alcalde mayor de Igualapan de los temblores ocurridos en su jurisdicción, el 28 de marzo, a las once
del día cuando se sintió un espantoso movimiento que duró cerca de siete minutos...
El mar se vio correr en retirada y luego crecer y rebosar
sobre el muelle, repitiéndose esto varias veces por espacio de veinticuatro
horas, al mismo tiempo que la tierra se cernía con frecuentes terremotos. Algunos costeños pudieron salvar sus vidas encaramándose en los árboles
hasta que se retiraron las aguas.
Algunos pescadores, en la Barra de Alotengo,
a las once horas de ese día vieron con asombro que el mar se retiraba, dejando
descubiertas, en más de una legua de extensión (una legua equivalía aproximadamente a 4.18 km), tierras de diversos colores, peñascos
y árboles submarinos y que retrocediendo luego con la velocidad con que había
alejado, cubría con sus ondas los bosques de la playa, en que se internó más de
dos leguas, dejando entre las ramas de los árboles muchos y variados peces
muertos; algunos de los pescadores perecieron y otros pudieron salvarse muy
estropeados”.
Fig. 4. Recorte de la
Gazeta de México (pág. 341) con la descripción
de la duración del sismo del 28 de marzo de 1787 (Crédito: Hemeroteca de la
UNAM)
Fig. 5. Recorte de la Gazeta de México con la descripción del tsunami
del 28 de marzo de 1787 (Crédito: Hemeroteca de la UNAM)
Este evento, dado sus características tectónicas presentó varias réplicas de menor magnitud después del sismo principal, donde causó daños de consideración en edificios e iglesias.
En algunos lugares de la costa de Oaxaca se observó un movimiento inusual del mar simultáneamente con un sonido amenazador asociado al mismo. Una gran cantidad de peces fueron arrojados a la playa, tal como quedó asentado en la crónica de los acontecimientos (Figura 6)
Fig. 6. Recorte de la Gazeta de México, con la descripción de la devastación de las réplicas del sismo del 28 de marzo de 1787
(Crédito: Hemeroteca de la UNAM)
Silvia Ortiz L M. (2019) refiere que la duración del evento principal fue entre 6 y 7 minutos, una hora después tiembla de nuevo y luego tres
veces. El sismo se percibe desde Valladolid, hoy Morelia, hasta el litoral de
Michoacán, continua por la costa hasta el Istmo de Tehuantepec y tierra adentro
a la Ciudad de México, a Tulancingo, Hidalgo y a la ciudad de Oaxaca.
De acuerdo a lo que
señalan Sánchez A. y Farreras S. (1993), de los sismos tsunamigenicos
locales, ocurridos en la porción mexicana de la Fosa Mesoamericana, sus
tsunamis y efectos costeros, en Acapulco, durante ese evento, la marejada más alta alcanzó
una altura máxima entre 3.0 - 8.0 metros y posteriormente, el 3 de Abril de 1787, se considera que ocurrió
la réplica más intensa del sismo del 28 de marzo y que la ola del tsunami que
se originó, fue observada en la región de Pochutla, Tehuantepec y otros asentamientos
de Oaxaca, estimando una altura de ola
de 4.0 metros.
Por su parte el
Servicio Sismológico Nacional (2019) así como Suárez y Albini, 2009), consideran
que el origen tectónico del sismo de San Sixto, es de interplaca, producido en el contacto convergente entre la placa
de Cocos y la placa de
Norteamérica. En este contacto, la placa de Cocos se introduce por debajo
de la placa de Norteamérica en un proceso que se conoce como subducción.
En 2019, Sawires y sus colaboradores, actualizaron y unificaron los datos del Catálogo de
Terremotos ocurridos entre 1787 a 2018, como una contribución a los estudios para
la evaluación de riesgos sísmicos y consideran la magnitud de 8.6, como la máxima registrada en México.
Por lo cual, el sismo
del 28 de marzo de 1787, representa, hasta ahora, el más grande en la historia del país, tal como lo indica, Cruz Atienza (2015).
Han
transcurrido 233 años del gran terremoto de San Sixto, cuya magnitud (M
8.6) generó un importante maremoto en la costa occidental de México, eventos
que fueron descritos en las crónicas de la Nueva España y que los científicos
modernos, los han incluido en los catálogos respectivos; por lo cual, además de
continuar con el monitoreo permanente de la sismicidad, es necesario avanzar a
otros estudios con líneas de investigación dirigidas al monitoreo del nivel del
mar, ya que el terremoto del 7 de septiembre de 2017 (M 8.2), nos dejó un
fuerte recordatorio de que ser menos vulnerables es también nuestra
responsabilidad, por lo cual todos debemos estar
continuamente preparándonos para afrontar los futuros sismos y
tsunamis que vendrán, así como sobreponernos a ellos en el menor tiempo
posible.
Fuentes Bibliográficas
Cruz Atienza V. M. 2015. Los sismos. Una amenaza cotidiana. La
caja de cerillos ediciones. Primera Reimpresión, México. Págs. 45, 48-49.
Gazeta de México (editada por Manuel Antonio Valdés y Murguía) Fecha: 1787-05-01
Sánchez D. A. Farreras S. S. 1993. Catálogo de tsunamis (maremotos) en la costa
occidental de México. World Data Center A For Solid Earth Geophysics
Publication Se-50 January 1993. National Geophysical Data Center. Págs. 7, 8 y 51
Sawires, Rashad; Santoyo, Miguel Angel; Peláez, José Antonio; Fernández, Raúl Daniel Corona (2019): An updated and unified earthquake catalog (1787-2018) for seismic hazard assessment studies in Mexico. figshare. Collection.
Consultado en:
Silvia Ortiz L M. 2019. Cónica de seis siglos de sismos en México: lecciones aprendidas y perspectivas. Pág. 34. Consultado en: http://www.amis.com.mx/amiswp/wp-content/uploads/2019/05/LIBROSISMOS2.pdf
Secretaría de Cultura, 2018. Sismos y patrimonio
cultural. Testimonios, Enseñanza y Desafíos, 2017 y 2018. Consultado en:
Servicio Sismológico Nacional. UNAM. 2019.
Zona de subducción mexicana y su potencial para un sismo mayor
Consultado en: http://www.ssn.unam.mx/jsp/reportesEspeciales/sismoMayor.pdf
Suárez G., Albini P. Evidence for Great Tsunamigenic
Earthquakes (M 8.6) along the Mexican Subduction Zone. 2009. Bulletin of The
Seismological Society of America.
Consultado en:
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