José Luis Rodríguez Aguilar*
Desde tiempos remotos el ser humano ha estado preocupado por conocer el espacio en el que habita y se mueve. Los mapas son herramientas fundamentales para referenciar en un plano cualquier característica o rasgo de nuestro planeta. Los mapas más antiguos de los que se tiene conocimiento datan del año 2300 A.C., uno de los más destacados, que representaba el mundo conocido en ese entonces, fue el elaborado por Anaximandro en el Siglo VI A.C., en él se pueden distinguir algunos rasgos orográficos e hidrográficos como el Río Nilo y algunas cordilleras (Ver Mapa 1).
Otro ejemplo de mapas antiguos, un poco más reciente, es La Carta Marina de Olaus Magnus realizada en el Siglo XII, en este documento se pueden apreciar diferentes monstruos marinos que, de acuerdo con estudios más recientes, coinciden con zonas en las que existe una alta incidencia de frentes de tormenta, corrientes peligrosas o algún tipo de peligro marítimo. Lo interesante de este mapa, es que nos demuestra la preocupación que desde ese entonces existía, por identificar los riesgos a los que estamos expuestos (Ver Mapa 2)
En tiempos recientes, la elaboración de mapas ha evolucionado aceleradamente con los avances en la tecnología. Existen múltiples herramientas que facilitan la elaboración de mapas, su análisis y su actualización constante. Los Sistemas de Información Geográfica, por ejemplo, permiten evaluar de forma práctica y replicable, y de una manera acorde con el conocimiento e información disponible, problemas complejos de planificación y de gestión.
Hoy en día es muy común encontrar cartografía en forma digital en diversas instituciones de gobierno como son CENAPRED, UNAM, INEGI, CONAGUA, CONABIO, CONAPO, etc., misma que es pública y se puede descargar de manera gratuita desde sus portales de internet. Esta información se puede analizar de manera relativamente sencilla en un SIG, herramienta que permite capturar, almacenar, manipular, analizar y desplegar en todas sus formas la información geográficamente referenciada.
Si bien el uso de estas herramientas es de gran ayuda para identificar los riesgos a los que estamos expuestos y las causas que los originan, es preciso que todos tengamos en claro los conceptos generales para realizar análisis de riesgos.
El riesgo se compone de tres elementos principales: La exposición, el peligro y la vulnerabilidad. Pero ¿Cómo representamos esto en un mapa?
En lo que se refiere al sistema expuesto, es decir a todo aquello que se puede afectar a consecuencia de un desastre (pueden ser bienes tangibles e intangibles), existe mucha información. Por ejemplo, el INEGI cuenta con el Marco Geoestadístico Nacional, que consiste en la cartografía de Estados, municipios, localidades, áreas urbanas y áreas geostadísticas básicas (AGEB’s), mismas que traen asociada información de los Censos de Población y Vivienda, es decir número de viviendas, población, y prácticamente las 191 variables que conforman dicho censo. Algunas de las capas disponibles en las páginas de Internet de las instituciones mencionadas en párrafos anteriores son las siguientes: Población, número de viviendas, escuelas, hospitales, gasolineras, gaseras, unidades económicas, vialidades, áreas naturales protegidas, puertos, aeropuertos, etc.
Como pueden ver, sobre el sistema afectable existe mucha información. En lo que se refiere al peligro, la disponibilidad de información es más reducida. El CENAPRED lleva ya varios años haciendo un esfuerzo por conformar el Atlas Nacional de Riesgos, en él se pueden descargar algunas capas sobre los peligros, además han elaborado índices de peligro a nivel municipal para prácticamente todos los fenómenos, sin embargo esta información no es de gran utilidad si pretendemos gestionar los riesgos de manera local, aunque se pueden descargar de manera sencilla desde el portal del Atlas Nacional de Riesgos (www.atlasnacionalderiesgos.gob.mx) (Ver Mapa 3).
Otra fuente de información son los Atlas Municipales de Riesgos financiados a través de la SEDATU mediante el Programa de Prevención de Riesgos, en ellos se pueden encontrar capas de información más detalladas sobre los peligros, desafortunadamente el acceso a esta información no es tan sencillo, pues hay que solicitarla directamente al municipio.
La información más complicada de obtener para elaborar análisis de riesgos es la relacionada con la vulnerabilidad. De entrada el propio concepto es bastante amplio, se puede ser vulnerable social, económica, física, institucional y ambiental. Además también se puede ser vulnerable a un peligro y de manera simultánea no serlo ante otro. Por ejemplo, una vivienda construida con materiales rígidos (Bloque de concreto en muros y vigueta y bovedilla en techos), sin el reforzamiento necesario para resistir determinadas aceleraciones, puede ser más vulnerable que una de madera en caso de ser impactadas por un sismo, pero a lo mejor la vivienda de madera es más susceptible de presentar algún tipo de daño a consecuencia de inundaciones que la construida con materiales rígidos.
Derivado de lo anterior, es necesario que cuando hablamos de vulnerabilidad especifiquemos ante qué tipo de fenómeno y que tipo de vulnerabilidad es la que pretendemos analizar. Por ejemplo, elaboración de mapa de vulnerabilidad física de la vivienda ante sismos.
Existe alguna información que nos permite realizar mapas de vulnerabilidad, por ejemplo utilizando el tipo de materiales en muros y techos, variable que se incluía en el Censo de Población y Vivienda del año 2000. Desafortunadamente para el censo de 2010 esta variable fue removida del cuestionario.
Con base en la experiencia que tengo en elaborar mapas de riesgo, la información sobre vulnerabilidad la he tenido que recopilar en campo, con apoyo de las metodologías publicadas por el CENAPRED en 2006. Si bien es una tarea ardua, la verdad es que permite tener mayor conocimiento de la zona de estudio y una mejor precisión en la calidad de los mapas (Ver Mapa 4).
Es poco el espacio para explicar detalladamente la construcción de un mapa de riesgos, pero espero que con el presente escrito haya despertado la curiosidad de más de uno. El consejo más práctico que les puedo dar es que no le tengan miedo a los SIG, la mejor forma de aprender a utilizarlos es usándolos. Termino comentándoles que son muy pocos los mapas de riesgo que existen en el país, pues como ven el proceso de elaboración es sumamente complejo, existen muchos mapas de peligro, pero de riesgo se cuentan con los dedos de la mano.
*Instituto de Investigaciones y de Estudios sobre Alertas y Riesgos A.C.
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